jueves, 6 de agosto de 2009

Política ortográfica - Acentos Perdidos (AP)

Primero.

La RAE es quien sienta cátedra en materia de acentos y Acentos Perdidos se alinea a su criterio.

Segundo.

AP es una iniciativa lúdica que nació del interés por redactar correctamente, con el propósito inicial de generar ruido y así ofrecer servicios particulares de corrector, pero que tiene actualmente un objetivo más amplio: servir como reclamo universal para una mejor ortografía. Para ello busca la colaboración de cualquier persona dispuesta a proponer ideas o a corregir acentos gráficos en donde falten. AP intenta poner en práctica el buen ojo y su experiencia particular, los cuales no le eximen de errores humanos.

Tercero.

La iniciativa persigue generar sonrisas y no enfados. Para ello AP, siempre que puede, pide permiso para adherir acentos o los coloca de manera que no cueste demasiado desprenderlos. AP no sale corriendo tras pegar el adhesivo y no reincide si éstos son retirados.

Cuarto.

AP no se indigna tanto con las incorrecciones de los negocios particulares, y sí con aquellas en las que caen las marcas, los entes públicos o los políticos. Considera que éstos sí tienen la responsabilidad social de comunicar correctamente, salvo que se traten de licencias creativas.

Quinto.

AP, pese a su origen ibérico, sabe que la RAE no posee la verdad absoluta y defiende las interpretaciones locales de la norma más allá de su diccionario, siempre y cuando no sean banales. Asimismo, se alegra de que el grado relativo de normatividad en que vive el Distrito Federal no coarte -relativamente- la expresión artística ciudadana.

Sexto.

AP no es dogmático en cuanto al uso de los acentos, considera que la lengua tiene por un lado funciones básicas, cuyo fin es la mera comunicación y para la cual quizás no sean imprescindibles los acentos; y por otro lado funciones metalingüística y poética, capaces de generar afecto hacia la lengua misma, hacia lo que evocan y hacia las personas que la utilizan. Con ello, AP reconoce el derecho de las personas a comunicarse, pero reivindica el uso de todas las funciones.

Séptimo.

En algunos rótulos o carteles fotografiados hay más de un error y sin embargo no todos están corregidos. Imprimir acentos tiene un costo y la ubicación de algunas letras es más accesible que otras, lo cual obliga a hacer cierta selección. Los acentos perdidos son innumerables y su totalidad, para bien o para mal, inabarcable.

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